Y sin saber como ese camino de flores se ha convertido en el mas caluroso de los desiertos. El mas seco y sobrecogedor. Con esa arena que se te mete en la piel, en los ojos, en los labios. Ese escozor que te duele pero del que no quieres salir. Como la arena que se te pega en el cuerpo un dia de levante al salir del mar. Te obligas a cubrirte mientras sigues avanzando, sin ninguna otra opcion, deseando salir de aquel desierto pero sin atreverte a ver esa puerta que tienes justo delante y que te llevara a un lugar mejor. Porque asi son algunas personas. Se aferran al desierto a pesar de tener un paraiso esperandolos al otro lado. Al otro lado del miedo, en esa esquina llamada libertad.
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