Sarah Mey

Y hay veces en las que ya no sirven las excusas. Ni los miedos. Ni el lo haré mas adelante. Ni el otra persona lo hará mejor que yo. Ni el y si sale mal. Hay veces en las que ya no sirve un mañana lo intentaré. Hay mañanas que suenan a un nuevo comienzo, pero noches tras esas mañanas que huelen a un nuevo fracaso, porque ni tan siquiera lo has intentado. Porque es más fácil rendirse. Es mas fácil dejar las oportunidades pasar y quedarte en tu zona de confort. Es menos peligroso esa forma de vida, si es que se la puede llamar así.

Llamar sin la r.

Dejando que esa llama que se ha vuelto fría porque tú y solo tú has convertido un cálido y abrasador fuego en una luz tenue y casi sin vida.

Por el luego.

Por el es que nadie me apoya.

Por el no saldrá bien.

Por el ¿realmente me hace falta? ¿me compensa intentarlo?

Por el mañana, por el otro día lo haré, porque esas frases han matado a más hombres que las mismas guerras.

Que esas palabras que jamás salieron de tus labios van a perseguirte toda la vida.

Que eso que no hiciste te va a hacer preguntarte noche tras noche si hiciste bien en no hacerlo y en cómo habría cambiado tu vida si hubieses sido valiente.

Porque el cementerio está lleno de cobardes.

Y de sueños.

Y de no puedo.

Y de verdades como templos al decir que ya nunca podrán.

Porque están muertos. Y eso nadie puede cambiarlo.

Porque el tiempo no se guarda, ni los sueños se coleccionan. Ni dejan de serlo sin convertirse en un suave dolor que te araña el pecho al recordarlo. Porque hay que ser muy valiente para no creerse esa frase de los sueños, sueños son. Y faltan valientes. Y faltan vidas por vivir. Y segundos.

Hay veces en las que lo único que has de tener se llaman ganas. Unas ganas tan fuertes que ninguna excusa te sabrá a suficiente para detenerte.

Hay una frase que me encanta, hazlo, y si te da miedo hazlo con miedo, pero no te quedes con las ganas.

No te prives el ser feliz, el ir a por todas, el dominarte a ti mismo, el saber fluir y esquivar esas críticas, porque te criticarán en cuanto vean que estas dispuesto a luchar por lo que quieres, porque el mundo está lleno de críticos y de personas enojadas con sus propias vidas que opinan sobre la tuya.

Como si conociesen la verdad absoluta de todo. Como si supiesen que te van a pasar miles de desgracias y te las quisiesen hacer ver, intentando evitarte el terrible error de que lo intentes para que no te hagas daño, cuando en realidad el peor error que puedes cometer es no hacer eso que mantiene viva tu alma.

Todos vamos a acabar en el mismo sitio. Así que no te quedes con la pluma llena de tinta y a medio camino del folio. No te quedes sino es para dar lo mejor de ti. No todos los días puedes estar al cien por ciento. Asúmelo. Todos somos humanos (o eso creo). Así que haz tu propio plan, algo que de verdad puedas cumplir, a corto plazo, teniendo claro cual es el objetivo final. Los kilómetros parecen menos una vez que los has recorrido.

Te prometo que no te vas a arrepentir.

Y citando uno de los libros favoritos de mi hermana, retomo los cuatro acuerdos y os deseo felicidad plena.

Acuerdo 1º: No hacer suposiciones.

Acuerdo 2º: No tomarse nada de forma personal.

Acuerdo 3º: Hacer siempre lo máximo posible.

Quiero explicar este punto, porque a mi me costó un poco entenderlo y aunque estoy segura de que muchos lo entenderéis, lo explico igualmente con un sencillo ejemplo. No vas a poder correr un maratón de la misma forma si tienes 40º de fiebre a si estás bien, así que haz lo que puedas dentro de tus posibilidades.

4. Se impecable con las palabras.

Como dice la frase, somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos.

Un abrazo.