Durante el resto de mi vida

Os dejo un texto que escribí para un concurso hace un mes.

 

Sus ojos se posaron en mí al tiempo que todo mi mundo se detenía. Contuve la respiración y me perdí por completo.
Me perdí de esa forma en la que sabes que nunca vas a volver a encontrarte. Sí, de esa forma en la que algo se rompe y sabes que nunca volverá a ser como antes. Al fin y al cabo, de la única forma en la que una persona merece perderse, sin previo aviso, a toda velocidad y para siempre.
Aquellos ojos reflejaban un mar de inocencia que me despertó por dentro. Me acerqué y lo contemplé, despacio y con calma, como quien observa una obra de arte.
Miré rápidamente a la habitación del hospital, a mi mujer en la cama, sonriéndome, y al volver a posar los ojos sobre mí bebé pude contemplar la mezcla perfecta de sus rasgos propios y los de su madre.
Sus oscuros ojos estaban posados en mí, y fue en ese momento cuando descubrí que todo lo que necesitaría durante el resto de mi vida sería poder llegar a casa y perderme para no encontrarme nunca dentro de esos ojos negros

 

 

restodemivida

Una respuesta a “Durante el resto de mi vida”

  1. Los ojos de quienes queremos o simpatizamos se tornan espejos sin que nos demos cuenta. Incluso llega a un punto escalofriante encontrarte encerrado entre pupilas e iris, ya que no es cualquier reflejo, sino uno vivo, que observa tus movimientos y te persigue. Basta con un parpadeo para que te quedes ahí dentro para siempre.

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