Nunca se me ha dado demasiado bien dedicar sonrisas falsas. Las considero una pérdida de tiempo. Como mirar la foto de algún lugar que ha cerrado y al que ya no podrás ir otra vez. Como buscar tus ojos en medio de una calle abarrotada de gente. Perder el tiempo es estar en un lugar en el que no quieres estar, pero sentirte obligado a estarlo. Sin importar el motivo por el que sea. Tal vez se te olvide que perder el tiempo es lo más humano que hace la raza humana. Lo hacemos a todas horas. A todo momento. Todos los días.
Nos creemos eternos, grandes, como si no fuesemos meros peones en un mundo muy pero que muy pequeño en comparación con la infinidad del universo. Casi tan infinito como tus sueños. Algo más nítido quizá. Algo más dulce. Como una mano acariciando la arena en la playa. Escuchando el mar de fondo y perdiendo el tiempo mientras ves a personas pasar por la orilla. Echando el rato, como muchos lo llaman. ¿De verdad eres tan feliz como aparentas? ¿Qué harías si supieses que fuese a salir bien? ¿Qué no habrías hecho si supieses que iba a salir todo mal? Da igual, ya nada de eso importa. Agarras de nuevo otra pequeña porción de arena entre tus dedos y la dejas caer, perdiéndose con toda la que hay debajo de ti. De tu cuerpo que se empeña en encadenar a tu alma y de la sociedad que no es capaz de dejarte ser quien eres. Pobre de ti, no sabes que no necesitas su permiso. O al menos eso es lo que has pensado alguna que otra vez, y sigues haciéndolo mientras dejas caer la arena y se mezcla homogéneamente con todo el resto, como el tiempo que se va y no eres capaz de acumular en buenos recuerdos. Pero no te das cuenta de que estás completamente equivocado, y de que nadie tiene la verdad absoluta. No se sabe donde acabaremos pero ahora mismo estas aquí. El aquí y ahora es todo lo que importa. Nada mas. No vivas de otra forma. No pienses en el mañana como si fuese algo seguro. Puedes hacer planes y planificar cosas, pero lo único que tienes por seguro es el ahora, y ese ahora puede acabar en cualquier momento y de cualquier forma. Al igual que la espuma del mar se lleva ese puñado de arena cuando la marea sube. Cuando sube tu fiebre. O cuando te sientes vivo. No sirve de nada vivir una vida y pasar por ella de puntillas. Con miedo a hacer ruido. O con miedo de molestar a otras personas. Todas las personas que se ponen a pensar en lo mismo que tú sienten miedo. Porque el miedo es algo natural. Sería de locos no sentirlo en algún momento. Pero si sabes donde van tus pasos, y caminas dejando huella en cada persona que pase y se merezca que lo hagas, tu camino no habrá sido en balde. Ni tu sonrisa habrá sido falsa. Ni tu corazón habrá latido en vano. Y tal vez encuentres esos ojos en aquella calle abarrotada de gente. Tan sólo ten claro dos cosas. La primera “Conoce a donde vas y confía en que eres capaz de lograrlo”. La segunda “No pares hasta estar allí, no importa el tiempo que tardes, sigue avanzando hasta estar allí”. Todos hemos nacido para algo, y sea lo que sea, no ha sido casualidad que estés aquí, y ahora.
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