Eres ese olor que tan bien conozco.
Esa mezcla solo tuya entre mar y arena. Ese olor a playa que viene acompañado por cálidas tardes de verano aunque nos encontremos en pleno diciembre.
Eres esa sonrisa que siempre será mi mejor refugio. Esos labios que me cansaré de besar en algún momento, pero jamás me cansaré de quererlos para mí.
Eres fuego que quema y eres escarcha. Escarcha que congela hasta el más mínimo resquicio de duda que siembran los copos de nieve que comienzan a caer. Despacio. Despacio y luego rápido. Igual que cuando me miras. Igual que cuando caigo.
Caigo cada vez que tus ojos se posan en mí. Cuando nuestras miradas se cruzan y nuestros corazones se hablan. Igual que me pierdo de la única forma posible.
Sin salvación.
De pronto y sin previo aviso.
Para siempre. Para ti. Para mi. Para no volver a encontrarnos nunca mas. Simplemente porque ya no necesitamos que nadie nos salve.
Porque ya no necesitamos otro aire que no sea el que sale de tus labios cuando te beso. Porque tú ya no necesitas otros ojos que te pidan a gritos que me quieras.

Deja un comentario